Azúcar

Las meriendas en lo de Sandra,
aquella torta gigantesca,
las familias bajando del norte y perdiéndose en trenes.
Cada horneada de la panadería Lisboa.
Los mates dulces del río.
Cada palabra, cada día de mis días llevan la marca del azúcar,
esa horrible cicatriz que buscamos olvidar desesperadamente.

La justicia tarda, pero tarda.

Blaquier elige cuidadosamente a sus invitados. Deben ser ricos y poderosos, llevar ese estatus con recato, respetar la prelación. En la mansión de San Isidro, ellos escuchan las arias de su esposa, celebran su jardín y su fortuna. Los años han traído esta serenidad. Entonces se decide. Siempre ha leído, siempre ha escrito. Pero este poema es especial.

Con euforia contenida, lo recita.
Con el último verso, los recorre.

Una mujer aplaude.
Un hombre mira sus zapatos.

Entonces la literatura
grita con la boca cosida.

No nos mata el bagazo.
Es tu poder.
No es la noche ni el cañaveral.
Es tu poder.
El doctor que no aparece.
La fábrica con las luces encendidas
el apagón de Calilegua
el miedo de tus cómplices.

Tu voracidad
tus obsesiones
tu sonrisa suficiente
tu apellido.

No se puede andar por la vida arruinando todo.
Matar trabajadores
médicos
palabras.

Hay que escribir todo de nuevo
grita Calíope
rotas su pollera y su vagina.

Es el turno de los muertos
la hora oscura.
Recojan las sílabas
una a una
él las abandonó
al costado de la ruta.
Abran el aire y los barbechos.
En el cañaveral se esconde el verbo.

Yo te denuncio, Blaquier.
No se puede decir raudo vuelo y seguir como si nada.
Los tuyos bajan la cabeza
los míos ni siquiera
son apenas fantasmas
bajo el terraplén o la basura.

Que el mundo recorra tus metáforas
que se detenga en cada verso.

Ha llegado la hora.
Cuando pronuncies la última palabra
nos cubrirá una vergüenza ajena y octosílaba.
Sabrás la verdad intolerable
la única verdad que te lastima.

Bienvenido al infierno
que Dante no ha previsto.
En el silencio incómodo
no hay poesía.

Torcaza de raudo vuelo
gris perla son tus colores
paloma de nuestra pampa
torcaza de mis amores.

Cuando la tarde anochece
y ya solo grita el tero
surcás veloz el espacio
de retorno al dormidero.

Arrullo de horas de siesta
amores de primavera
entre las aves del cielo
para mi sos la primera.

Por eso puse tu nombre
a tan querida morada
un nombre que es femenino
un nombre de enamorada.

Paloma de las taperas
la tierna amiga del hombre
has bautizado mi casa
gracias te doy por tu nombre.

Torcaza de nuestras tierras
torcaza de nuestros cielos
tus alas son portadoras
de mis mejores anhelos.


Torcaza, Carlos Pedro Blaquier, 1997.

Mi marido fue cargado en la parte trasera de una camioneta con el logotipo de la empresa Ledesma impreso en las puertas de dicho vehículo. La camioneta era conducida por un empleado de la propia empresa [...] Posteriormente me entrevisté con el administrador del Ingenio Ledesma, el ingeniero Alberto Lemos. Él admitió que la empresa había puesto sus móviles a disposición de la acción conjunta llevada a cabo por las fuerzas armadas, en sus palabras, "para limpiar al país de indeseables". También aseguró que mi esposo, debido a su actividad como asesor médico de los obreros, había resultado muy perjudicial para los intereses económicos de la empresa Ledesma.

NUNCA MÁS. Testimonio de Olga Aredez

Dejá tu comentario

Libros de la travesía Mapa de la travesía